domingo, 2 de junio de 2013

La chistera mágica (I)

Érase que se era en un lugar remoto de Noruega, una chistera mágica. Un día, se despertó en un armario cerrado y empezó a decir:
--¡Socorro, socorro! Sacadme de esta oscuridad, ¡tengo miedo!--, pero nadie la escuchaba...
La chistera se dio cuenta de que tenía pies y manos, y empezó a forcejear el armario con la esperanza de liberarse de aquel lugar oscuro, lúgubre y con olor a antiguo. Llevaba mucho tiempo ahí, ella quería ver la vida de los humanos, pasear... pero sobre todo, lo que más quería era regalar sorpresas y provocar la sonrisa y la admiración de su público. Para eso, tenía que encontrar a un buen mago que la acompañara.
Estuvo intentando varias veces salir de ese cuchitril, pero no había forma. Se cansó de pedir ayuda, de dar patadas y puñetazos y se durmió.
Pasaron unas horas cuando de pronto oyó que alguien entraba, era una voz fina y delicada; parecía la de una chica. Cuando la chistera estuvo bien despierta empezó a chillar de nuevo:
--¡Socorro, socorro! Sacadme de esta oscuridad, ¡tengo miedo!
Pero cuando quiso llegar a los oídos de quien había entrado, ya era demasiado tarde... porque la persona se había ido ¿Quién sería?
Con una paciencia de palacio, volvió a esperar, y se echó a llorar diciendo:
--Jamás saldré de aquí, con la cantidad de cosas buenas que tengo por compartir con tanta gente... nadie me escucha, nadie me oye, no puedo abrir estas malditas puertas del armario...
Y justo en ese momento había entrado otra persona, había oído todas las palabras de la chistera y dijo:
--¿Hay alguien ahí?
La chistera contestó:
--¡Yo, yo! ¡Aquí! ¡Abridme la puerta por favor! ¡Necesito salir!
La persona, que era un hombre mayor, abrió el armario y... ¡Oh! ¡Qué susto se llevó al ver una chistera que hablaba y tenía piernas y brazos!
--¡Pero quién eres tú!
--Señor, perdóneme... soy una chistera mágica, y como usted me acaba de salvar la vida, será el mago perfecto para que seamos amigos.
--Pero... ¡Si yo no sé hacer magia!
--No importa señor, eso no es problema, yo me encargo de darle las dotes necesarias para serlo.
--Qué amable eres. Pues realmente me va a ir bien aprender un "oficio" nuevo, porque hace años que me retiré, pero echo de menos trabajar en algo, soy viudo y no tengo a nadie que me cuide... ahora quizás ya sea hora de que cambie mi vida y empiece a ser un poco más feliz.
--Pues claro que sí, yo te adoctrinaré en el mundo de la magia y usted, a cambio, cobrará un dinero ¿Qué le parece?
--¡Me parece estupendo!
--No se espere mucho sueldo... porque los principios de todo siempre cuestan, pero nunca hay que perder la esperanza, amigo.
--Yo nunca he esperado lujos en la vida, ni grandes cosas, solo lo justo para sobrevivir, así que seguramente todo irá bien.