lunes, 13 de febrero de 2017

La excursión.

Antes de llegar al túnel de uno de los pueblos de mi destino y sentada en el autocar, vi nevar en plena carretera después de 7 años de la famosa nevada de marzo de 2010. Mis ojos querían emocionarse, pero no podían porque EL ALMA que los llevaba tenía un cúmulo de emociones muy variadas.
Una vez allí, EL ALMA esperó a sus amigos que vineran a buscarla para llevarla al lugar definitivo, donde pasaría una noche, habiendo llegado esa noche y teniendo que marchar la tarde del día siguiente. La esperaban cinco horas y media de camino de vuelta, pero las seis de ida no fueron casi nada, porque ella no está acostumbrada a largos recorridos concurrentes por carretera.

Cenó como en casa, acompañada de sus amigos, como una gran familia bien avenida, sin una palabra más alta que otra. Su cara de felicidad era lo más hermoso que aquel valle podía ver. Sus ojos brillaban, SU ALMA relucía de placer. La noche fue bonita con sencillas cosas.

Durmió lo mejor que pudo, pero no descansó lo que merecía. Aún así, al levantarse por la mañana y ver la claridad de la luz del nuevo día que iba a acontecer, sacó fuerzas de donde pudo y salió de la pensión a ver las calles nevadas, un paisaje blanco perfecto para ella, ya que no le hacían falta muchas cosas para ser feliz. Bastaba con divisar esa blancura de paz, de conexión con sí misma, de mirar las preocupaciones desde otra perspectiva.

Fue a buscar a sus dos amigas y empezó a soñar despierta que ella también merece ser tan feliz como sea posible. Pero debe trabajárselo bien. Como el refrán dice: "Quien algo quiere, algo le cuesta". Y en seguida desapareció ese pensamiento de su mente porque quería vivir la estancia dejándose de pensamientos, no era el momento de reflexionar sobre su futuro, tenía que vivir el presente al máximo, que era su filosofía de vida eterna.

Y así pasó aquella mañana, entre dos pueblos de un valle precioso, lleno de zonas blancas y oscuras, como SU ALMA, llena de claroscuros, de contrastes, de altibajos, ...

Al volver a su casa en un autocar más confortable y de mejor amortiguación, durante la excursión iba mirando todas las fotos que había hecho y esa vez sí que pudo salir una lágrima de sus brillantes ojos de felicidad, que recordaban una y otra vez lo bien que se sentía, al lado de UN ALMA igual que la suya, donde se refleja la alegría de vivir.