Pase, pase usted humilde caballero,
¿desea entrar en el corazón de una dama
que danza de rama en rama?
Mire, por allí hay una de cabellos dorados;
sueño de todo benevolente amador.
Entrene su ojo avizor cual águila
de vuela de montaña en montaña,
buscando su presa a toda prisa.
Pase, pase usted humilde dama alada,
¿desea entrar en el corazón de un mozo?
Vigile, por aquí hay un humilde cazador
que desea su alegría, su cabello dorado,
el carmín vivo de sus labios finos.
No tema, yo velaré por su seguridad,
y si el caballero no le muestra bondad;
descuide, él mismo pagará su mal.
(¿Continuará...?)