Vuelvo a montarme en el coche contigo; no sé a dónde vamos, confío…
De repente me encuentro en tu cama, vacía, pero huele a ti. ¿Adónde has ido? ¡Estábamos juntas! Desapareciste de mis ojos como una nube llevada por el viento.
Intento conciliar el sueño, no puedo… miro a mi alrededor y veo ropa interior tuya en una litera al lado de tu cama, ¿tanta gente viene a tu casa? ¿No decías siempre que vivías sola? ¿Dónde está el resto?
Sé que esa ropa interior es tuya porque también huele a ti, tu olor corporal es muy dulce y característico, aunque cuando te enfadas se vuelve ácido, también me gustas ácida, como el limón.
Empiezo a dar vueltas por tu maldita cama, huelo cada centímetro de este tejido especial antipolvo. No puedo dormir, te amo demasiado y quiero que estés aquí.
De repente oigo tu voz, dices mi nombre, me pongo nerviosa y me hago la dormida. Suenan tus llaves, estoy tranquila, eres tú. Entras por la puerta. Después siento una voz masculina que se ríe contigo. ¿Quién es ese pelandrusco? Voy a matarlo. Te quejas, entre risotadas de los dos le niegas a algo diciéndole “déjame”…
Me levanto corriendo de la cama, nerviosísima con una navaja en la mano, no puedo más…
-¿Qué haces? ¡Es un amigo! ¡Quieta ahí! Vete de mi casa. ¿Me has traído los ChupaChups de fresa y nata? Sabía que no, él sí me los ha comprado.
-Te está molestando. A ver, payaso, deja a mi chica.
-Se llama Gabriel, y la que te dejo soy yo, niñata, fuera de mi casa, no voy a volver a repetírtelo, tóxica de mierda. Me hubiera gustado despedirme de otra manera de ti, pero no me has dado opción y este chico me ama mejor que tú.
Entre lloros y una tristeza descomunal, salgo por la puerta y maldigo mi vida.
Cuando piso el jardín de mi amada, me meto la navaja por la boca y me desangro.
(Continuará…)
martes, 25 de junio de 2024
La chica fresa y nata
Suscribirse a:
Entradas (Atom)