Estoy harta, y como nadie quiere escucharme o le da igual, pues escribo aquí. A veces pienso de dónde saca la gente el buen humor de cara a la galería cuando de puertas para adentro te pasarías el día en la cama sin salir, sin hablar, sin gastar energía. ¿Qué os anima a vivir? Yo solo quiero que un coche me atropelle, pero ni despistándome me pasa, ¿estaré protegida por alguien? ¡Que se manifieste! ¿Qué quiere de mí?
Me envían propaganda, doy las gracias y deseo suerte. No responden. Pregunto a una de mis mejores amigas qué tal su verano, sin respuesta. ¿Adónde están los tan buenos deseos de antes, que si hermana que si mi...?
Y cuando hay un plan, siempre es lejos de donde vivo, siempre, no puede ser a medio camino o en otro lugar, no; tiene que ser a cinco minutos de la otra persona. Me he cansado.
Septiembre es un mes raro, es de las pocas veces que no me gusta y no tengo ganas de absolutamente nada. Mi ciudad está llena de ocio, no quiero ir a nada en absoluto. En todos los sitios hay demasiada gente, te empujan, te rozan con su sudor retestinado, hay mucha gente que huele mal, y esto último es una cosa que voy a repetir hasta la saciedad, porque en esta sociedad hay personas que, no conocen la palabra agua, jabón, colonia y desodorante. Y si no fuera porque corro el riesgo de vete a saber qué, pues haría cosas: promociones de productos de higiene personal, distribuidora de Avon Cosmetics, quién sabe.
Podéis creeros, que hace poco tuve un trabajo en un piso (vamos a obviar qué tipo de trabajo, porque vari@s de aquí sabéis mi profesión) y del olor raro a comida extranjera salí de ese lugar con náuseas? Sí, querid@s lectores, esto es real. Y la persona me ha vuelto a reclamar para trabajar nuevamente, por supuesto he dicho que no.