lunes, 28 de octubre de 2024

Ser dictamable

Nunca tratemos de hacer cambiar a las personas (consejo) porque anularemos su esencia más pura, nos guste más o menos. Es su alma, tiene una historia que contar de por qué es así (¿le hemos preguntado por qué siempre está de mal humor?) y no tiene el carácter de un personaje de Disney.

Vamos a dejar de decir a las personas cómo tienen que ser y qué tienen que hacer, que la dictadura ya pasó. 

¿Qué tal si les preguntamos qué tal están?

Los estereotipos de personalidad que quieren inculcarnos los demás solo sirven para vender tipos de humanos que muchos de ellos no existen, ni tienen alma y se les ve en la cara la falsedad en su sonrisa y amabilidad.

¿Sientes la amabilidad en el corazón para serlo?

Toda la vida me han dicho que por qué soy así, que por qué contesto mal…

Porque quiero tener una vida sana y feliz, y no la puedo tener. Entre otros motivos que no puedo escribir porque me acaban de caer dos lagrimones.

Dejen de decir a las personas cómo tienen que vivir su vida, ¡¡que solo hay una y hay que disfrutarla a nuestra manera!!

viernes, 30 de agosto de 2024

La masía mágica.

    Hace muchos, muchos años... viví varias experiencias en una masía de la Costa Daurada. Por suerte fueron todas buenas. Allí nos reunimos varias veces cuatro amigas, cenábamos y nos quedábamos a dormir, siempre juntas en el comedor. No nos atrevíamos a dormir separadas, nos queríamos mucho y hablábamos hasta altas horas de la madrugada. Éramos muy avenidas, pero muy diferentes.

    Hubo una noche de fin de año, la recuerdo como si fuera hoy, que primero bebí Coca-cola, luego champán para brindar las campanadas y no dormí, pero fui feliz, estando al lado de ellas, la amiga que nos llevó a la casa llevó un ordenador portátil, una memoria USB y puso un batiburrillo de canciones de los años ochenta y noventa. Me quedé sin palabras, de las noches más perfectas de mi vida.

    La masía era de unos señores cuyos cuidadores eran los padres de una de ellas, y nos explicó esta chica que se decía que por allí merodeaba a veces su abuelo. Yo, no sé el porqué, no tuve miedo; sí respeto, me sentía una forastera en esa casa: tan grande, bonita y acogedora. Pensaba que si movía algún objeto, el señor vendría por la noche a llamarme la atención haciéndome alguna señal o, quizás, hablándome. Pero lo mejor de todo de aquella masía es la paz que se respiraba: siempre que iba era como terapéutico, pisaba solamente la zona y ya sentía tranquilidad y amor.

    Una vez llegamos de noche, miré al cielo y perdí la cuenta de tanas estrellas como habían, respiraba oxígeno y vida. Eso ya nunca más va a ocurrir, pero en esta vida, hay que buscar experiencias parecidas a aquellas por las cuales fuimos felices; y voy a intentar por todas volver a sentir paz, armonía, amor y felicidad viendo estrellas donde sea.

martes, 25 de junio de 2024

La chica fresa y nata

Vuelvo a montarme en el coche contigo; no sé a dónde vamos, confío…
De repente me encuentro en tu cama, vacía, pero huele a ti. ¿Adónde has ido? ¡Estábamos juntas! Desapareciste de mis ojos como una nube llevada por el viento.

Intento conciliar el sueño, no puedo… miro a mi alrededor y veo ropa interior tuya en una litera al lado de tu cama, ¿tanta gente viene a tu casa? ¿No decías siempre que vivías sola? ¿Dónde está el resto?

Sé que esa ropa interior es tuya porque también huele a ti, tu olor corporal es muy dulce y característico, aunque cuando te enfadas se vuelve ácido, también me gustas ácida, como el limón.

Empiezo a dar vueltas por tu maldita cama, huelo cada centímetro de este tejido especial antipolvo. No puedo dormir, te amo demasiado y quiero que estés aquí.

De repente oigo tu voz, dices mi nombre, me pongo nerviosa y me hago la dormida. Suenan tus llaves, estoy tranquila, eres tú. Entras por la puerta. Después siento una voz masculina que se ríe contigo. ¿Quién es ese pelandrusco? Voy a matarlo. Te quejas, entre risotadas de los dos le niegas a algo diciéndole “déjame”…

Me levanto corriendo de la cama, nerviosísima con una navaja en la mano, no puedo más…

-¿Qué haces? ¡Es un amigo! ¡Quieta ahí! Vete de mi casa. ¿Me has traído los ChupaChups de fresa y nata? Sabía que no, él sí me los ha comprado.
-Te está molestando. A ver, payaso, deja a mi chica.
-Se llama Gabriel, y la que te dejo soy yo, niñata, fuera de mi casa, no voy a volver a repetírtelo, tóxica de mierda. Me hubiera gustado despedirme de otra manera de ti, pero no me has dado opción y este chico me ama mejor que tú.

Entre lloros y una tristeza descomunal, salgo por la puerta y maldigo mi vida.

Cuando piso el jardín de mi amada, me meto la navaja por la boca y me desangro.

(Continuará…)

martes, 9 de abril de 2024

Expulsando a Lucifer

Eres un insensible insecto con un aguijón que pisotearía hasta ver sangre negra de tus pulmones mil veces. Un alma que huele a podrido, a sed de necesidades fisiológicas vomitivas y obscenas como tú. Espero que algún día te dés cuenta de la basura de alma que eres, de lo que vas vociferando y eres todo lo contrario. Nadie te cree, creas mala vibra por cada cosa que miras, tocas y subyace en ti un aura negra que se ve desde el escondite más lejos del planeta.
Manipulas a tu antojo y no voy a caer en la trampa de la mayoría de almas inocentes que caen bajo tus pinzas, que pican como la pimienta. Ninguna petición por tu parte será aceptada por mi mente. Ojalá no verte cuando apareces, los seres de baja vibración solo merecen un lugar: la hoguera. El fuego purifica.
¿Quién te crees que eres? Algún día esa falsa bondad te será devuelta por tres veces. El karma existe y ya hace tiempo que está actuando en ti. Que la vida te dé la lección que mereces con impuestos indirectos incluidos.
Yo tengo todo a mi favor, porque yo decido quien puede acercarse a mí y quien no. Y tú, está claro, que tendrías que leer la señal de "prohibido el paso" cuando me veas, pero no paras de saltarte esta norma, tan importante. 
Y decreto:

TE PROHÍBO DESDE ESTE INSTANTE QUE ME VUELVAS A HABLAR, PARÁSITO.

sábado, 9 de marzo de 2024

La chica vainilla

    De repente me encuentro acompañada en la terraza de un bar de una chica que conocí hace más de veinte años, siempre que la veía en el instituto y pasaba por delante mía olía a vainilla. No recuerdo por qué estoy aquí con ella ahora.

    Empezamos a tener una charla, yo tranquila a la vez que tímida le voy diciendo alguna cosa, seguramente algún disparate por mi carácter impulsivo de mierda; ella me explica el plan de un trabajo que teníamos que hacer juntas.

    Y cómo no, sin venir a cuento, al poco rato le cojo suavemente modo caricia de ambos antebrazos y le digo:

       --Mira, ya han pasado muchos años, tengo que confesarte algo. Estoy preparada para ello.

Ella, se queda parada, sorprendida y sonríe.

        --¡Ah! Vale, pues...

En un instante me viene ese olor a vainilla de nuevo, del recuerdo, seguía llevando el mismo perfume. ¿Cómo es posible que aún lo vendan, después de tantos años? Me volví loca, me empezaron las dudas otra vez: se lo digo, no se lo digo... Decidí que sí, era el momento.

        --Siempre me has parecido una chica muy atractiva e inteligente ¿sabes? Tu perfume a vainilla me gustaba y me daba arcadas a la vez, porque hubo un tiempo que lo aborrecí, de tanto olértelo en clase. Ahora me he dado cuenta que me gusta y me vuelve loquísima después de veinte años sin olerlo, pero no quiero saber el nombre de esa fragancia, porque a mí no me olería tan bien como a ti, obviamente. Y cuando viniste hace tantos años a mi casa a hacer ese trabajo aburrido para el instituto que acabaste haciendo tú, porque yo no tenía ni idea de Física, pues me sentía muy mal, en deuda: nunca he sabido cómo poder devolverte ese favor. Estoy harta de pensar lo mismo, chica vainilla.

    Sus enormes ojos se abrieron más, se quedó sorprendida, callada, se sonrojó y miró hacia otro lado. Después de un rato, recobró un poco la compostura volviendo a ser la altiva y pija de siempre.

        --Creo que sé cómo puedes compensarme. Ven a mi casa.

    Mis manos y mis piernas empezaron a temblar, no sabía qué iba a pasar, yo suponía que ella tendría ya la vida organizada con su pareja e hijos. Me resultó muy raro que me invitase a su casa sin ni siquiera pensárselo. ¡Y a mí no me gustaba! Yo solo quería enmendar mi vaguería de aquel día.

        Al fin, caminando, llegamos a su casa. Tremenda mansión con piscina y un jardín increíble. Me hace pasar al comedor.

        --Mira, querida, tengo varias personas en mi vida como tú, que me deben ciertas cosas, así que creo que es el momento que descubras adónde tengo apuntada a toda esa gente.

        Se desnuda de arriba, yo estaba entre mareada y cuerda, de los nervios. Me senté en su sofá, empecé a hiperventilar.

        --¿Qué te pasa? ¿Nunca has visto a alguien desnudarse? Tranquila, no te he traído para lo que piensas.

        --Em... ah... pero... entonces... ¿por qué te has quitado...?

        --Cállate. Mira mi espalda, ¿ves? Aquí tengo apuntadas a las personas que este año me deben cosas, su nombre y profesión. Faltas tú. No hay nada que me dé más placer que la gente me escriba en bolígrafo en el cuerpo. 

Respiré tranquila, y apunté mi nombre y mi trabajo. Nuevamente, ella se quedó sin palabras, no se esperaba mi profesión. Volvió a recobrar su altivez en pocos minutos.

        --Vaya, vaya... todas tenemos secretos, veo.